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Las mujeres en la primera línea de la sindicalización en el hotel Stamford Hilton

Hablamos con mujeres sobre su lucha por la sindicalización en el Hilton Hotel.

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Foto: Luigi Morris

Esta nota se publicó en inglés originalmente en el portal Truthout, The Women on the Front Lines of Unionization at the Stamford Hilton Hotel

Una inmigrante de Colombia, María Inés Orjuela vive en Bridgeport, Connecticut, y se traslada a Stanford para trabajar en el Hotel Hilton por 11 dólares la hora, cuando el costo de vida sólo para un adulto es de 12.30 dólares la hora. Una vez que se deduce el seguro de salud, su cheque quincenal a veces solo tiene dos dígitos.

Ella trabaja como camarera, y antes de que ella y sus compañeros de trabajo votaran por sindicalizarse, esto significaba limpiar hasta 36 habitaciones por día.

Orjuela es respetada entre sus compañeros de trabajo, quienes estan luchando por un contrato colectivo en el Hilton. Ella, igualmente, tiene una confianza inquebrantable en ellos y en la fuerza del conjunto de la clase trabajadora.

Después de todo, a pesar de que el hotel contrató al bufete de abogados antisindical Cruz & Associates y luego a la firma Jackson Lewis para combatir a los trabajadores, en diciembre pasado, Orjuela y sus compañeros organizaron con éxito un sindicato, con 110 trabajadores que votaron a favor y solo hubo cinco votaciones en contra de la sindicalización.

Al final, Hilton gastó millones en múltiples empresas de “evasión sindical”, trasladó por avión gerentes de otras propiedades en todo el país y reunió a los trabajadores para juntas de intimidación individual con los abogados especializados en hostigar a quienes quieran sindicalizarse. Nada de esto quebró el espíritu de los trabajadores del Hilton, quienes ahora están en el proceso de negociar un contrato.

La unidad entre los trabajadores no ha sido una tarea fácil. Más de la mitad son inmigrantes haitianos que sólo hablan creole. Otros son de Centro y Sudamérica y sólo hablan español. Sólo un puñado habla inglés. Estas barreras lingüísticas hacen que las reuniones sindicales sean desafiantes, pero la traducción simultánea, la paciencia y la práctica hacen posible la organización.

María Orjuela fue elegida por sus compañeros de trabajo para ayudar a negociar el contrato sindical y lidiar con los representantes y abogados del Hilton por salarios más altos y mejores condiciones de trabajo.

El primer día de negociaciones, esta trabajadora dijo que los representantes del Hilton exigieron que ella y sus compañeros de trabajo firmaran un documento que estableciera que no organizarían ninguna otra acción en el lugar de trabajo. María solo se rió, diciendo que no se rendiría tan fácilmente.

A pesar de las muchas horas de trabajo, ella y sus compañeros de trabajo caminan o viajan en transporte al local sindical para analizar los próximos pasos. ¿Cómo van a ganar el contrato que se merecen? “El sindicato es sólo el primer paso”, afirmó María Orjuela al portal Truthout. “Ahora tenemos que luchar por el contrato. El sindicato es una herramienta que podemos usar para obtener mejores salarios, tener menos habitaciones para limpiar y más beneficios “.

Truthout habló con Orjuela y algunas de sus compañeras para discutir sobre sus experiencias como trabajadoras. El eje de su discusión fue las batallas en su lugar de trabajo, la falta de respeto por parte de los gerentes, el número de habitaciones que tienen que limpiar y el miedo a organizarse, un temor que han vencido recientemente. Cuando una trabajadora le preguntó a otra cuál es la parte más difícil de su trabajo, la respuesta fue: “¡Todo! ¡Todo es difícil!”.

De hecho, muchas cosas en la vida de estas mujeres son duras. La compañera de trabajo de María Orjuela, Eufrocina Vargas, por ejemplo, dejó a sus hijos y familia en Colombia para mudarse a los Estados Unidos. Eudrocina alquila una habitación de un propietario que se niega a dejarle tener invitados. Cuando los trabajadores vienen a discutir asuntos sindicales, tienen que reunirse en el restaurante de la planta baja. Muchos enfrentan luchas similares.

“Mi vida ha sido como una telenovela”, dijo Sylvia Pulido. “Traje a mi hija aquí cuando tenía 5 años. Tuvimos que pagar el alquiler, pagar la comida aun cuando vivía con mi hermana. También tuvimos que encontrar una escuela sólo para tener a alguien a quien encargarle a mi hija. Tuve que trabajar en tres empleos para sobrevivir en este país. Pude brindar educación escolar católica a mi hija trabajando en tres empleos, y ahora ella está en la universidad. Así que ahora estamos en otra lucha, aquí en el Hilton. Pero estoy acostumbrada a pelear. He peleado toda mi vida”.

Las mujeres se consideran fuertes e independientes, diferentes de las de las generaciones de mujeres que alcanzaron la mayoría de edad antes del movimiento de liberación de las mujeres. “Antes, la gente solía decir que las mujeres eran frágiles. Antes, las mujeres sólo iban a la escuela secundaria, y se suponía que debías buscar un novio con un poco de dinero porque se suponía que serías ama de casa “, dijo Pulido. “Ahora, tenemos la liberación de las mujeres. Ahora podemos trabajar y estudiar, y somos profesionistas. Ahora les mostramos a los hombres que no los necesitamos para salir adelante. Podemos avanzar por nuestra cuenta sin su ayuda”.

Otra camarera, Ligia Leal, se hizo eco de este sentimiento. “Las mujeres han evolucionado un montón. Las cosas han cambiado mucho”, dijo Leal. “Incluso en mi propio país, Colombia, las mujeres trabajan en todas las industrias … Pero todavía hay abuso contra las mujeres”.

Una fuerza de trabajo conformada mayoritariamente por mujeres, las trabajadoras del Hilton concentran su fortaleza en superar las luchas, no en las dificultades de la lucha misma. “En esta lucha para crear un sindicato, estamos la mayoría mujeres en el trabajo doméstico. Nos cansamos de los abusos en el trabajo, y encontramos la fortaleza que tenemos como mujeres para dirigirnos y luchar por lo que queríamos, para hacer que la gente respete nuestros derechos “, explicó María Orjuela.

Las mujeres en el Hilton encarnan uno de los principios centrales de la huelga internacional de mujeres: los derechos de los trabajadores también son derechos de las mujeres. Ellas no ven la división central en la sociedad como una división de género. De hecho, en el panel de lanzamiento de la huelga internacional de mujeres de 2018 en Nueva York, María Orjuela habló una y otra vez sobre la necesidad de que los trabajadores construyan lazos fuertes. Los trabajadores de todos los géneros “deben ser como una cadena, irrompibles como una cadena”, dijo.

Estas trabajadoras entienden que también deben tener sus compañeros de trabajo luchando junto a ellas para lograr sus derechos.

“Vengo de un país donde solía trabajar mucho … Nunca pensé que tendría que trabajar tan duro en los Estados Unidos. Los patrones nos destrozan. Miraba a otras camareras y decía: ’Ya no podemos hacer esto más’. Este dolor nos unificó a las mujeres. Nos unificó en el trabajo doméstico”, dijo Leal. “La barrera del idioma no importaba. Nos hicimos entender (por las camareras de lengua creole).

“Se suponía que debíamos sonreír y soportar el abuso, así que tuvimos que unirnos para construir el sindicato. ¡Las mujeres pueden hacer muchas cosas buenas! Deseo que todos los trabajadores se unan, hombres y mujeres. Es difícil porque las personas solo viven sus vidas día tras día y no reaccionan a las cosas”.

Pero incluso mientras se enfocan en construir la unidad entre hombres y mujeres, las camareras del Hilton todavía experimentan las particularidades de ser mujeres en el lugar de trabajo. Cuando un trabajador masculino del Hilton dijo que sentía que los hombres y las mujeres tienen los mismos derechos hoy, María Orjuela fue la primera en responder. “De alguna manera, él tiene razón. Hemos logrado mucho. Incluso las presidencias”, dijo Orjuela. “Pero aún así, las mujeres tienen que hacer algunos de los peores trabajos. Es como nosotras, que estamos en el servicio de camareras.”

“Nosotras hacemos la limpieza. Lo mismo que hacemos en casa, tenemos que hacerlo fuera del hogar. Entonces, todavía tenemos que luchar para ser respetadas. No es sólo el abuso laboral. También hay abuso sexual, que muchas mujeres sufren. Esto tiene que terminar. Y también existe el miedo: el miedo a denunciar, el miedo a salir adelante”.

Otras mujeres se hicieron eco de este sentimiento. “Hay mucho miedo en todas partes. Es lo mismo cuando tenemos discusiones en el trabajo. Se aprovechan de ti, pero no puedes decir nada”, dijo Leal. “Los hombres quieren abusar de ti, pero no puedes decir nada. Tú dices: ’Si digo algo, no tendré marido, ni novio, ni trabajo, o lo que sea. Entonces, mejor no digo nada en absoluto. Hay demasiado miedo. Miedo en el trabajo, miedo en casa. Donde quiera que vayas.”

Todas las mujeres con las que hablé destacaron cómo superaron ese miedo y se fortalecieron para hablar, sindicalizarse y organizarse a pesar de las amenazas de los patrones.

Estas trabajadoras del Hilton, aunque son menos numerosas que los maestros de West Virginia que se declararon en huelga, expresan muchos de los mismos sentimientos. Saben que deben confiar en su propia fuerza como trabajadores para ganar el contrato que desean.

Ellas saben que la unidad de clase a través de las barreras raciales y del idioma es la clave para ganar, y al igual que en Virginia Occidental, las mujeres lideran las luchas en el lugar de trabajo. Como dice María Orjuela, “del abuso, ganamos fortaleza. Todos los días, estamos demostrando que las mujeres son fuertes y que podemos ser líderes en cualquier forma que necesitemos”.

Traducción: Raúl Dosta para la Izquierda Diario

Copyright, Truthout.org. Reprinted with permission

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Tatiana is a former middle school teacher and current Urban Education PhD student at CUNY.

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